lunes, 28 de septiembre de 2009

Hoy empieza todo



Hay películas. Y después HAY PELÍCULAS.

Ayer, tarde de domingo, calor resacosa saliendo de mi cuerpo y entrando por la ventana. Algo de sueño, hambre, aburrimiento, vagancia... Logrando vencer todos estos pormenores, decido disponerme a ver una película. Me habían hablado muy bien de ella, mejor dicho, me había hablado alguien muy bien de ella. Me pierdo en el sofá envuelta en una manta marrón mientras comienza la peli. Desde el minuto 1 al 107 parece que se detiene el tiempo en el salón de mi casa. Todo pasa volando y sin embargo parece que el reloj ni avanza. Me rio, me estremezco, lloro, me angustio, me encanta lo que veo. 

Ojalá todxs fuésemos como Daniel Lefebre. Ojalá en el mundo no existiesen realidades como la presentada en esta bellísima película. La educación es un todo en mi existencia, vivo para educar, intento hacerlo cada día lo mejor que sé o que puedo, vivo para intentar mejorar de algún modo este mundo podrido en el que vivimos. Quiero ser Daniel Lefebre.

Inmensa, película inmensa. Gracias Tavernier.

"Están en la tierra montones de piedras apiladas una a una con las manos del padre, del abuelo… toda su paciencia acumulada resistió a la lluvia, al horizonte haciendo pequeños montoncitos durante la noche para retener la luz de la luna, para estar erguidos para inventarse montañas y jugar con el trineo y creer que tocamos las estrellas. Se lo contaremos a nuestros hijos y les diremos que fue duro pero que nuestros padres fueron unos señores y que heredamos eso de ellos, montones de piedras y el coraje para levantarlas. . ."
fragmento de Hoy empieza todo

Para saber más, aquí

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Paraísos inhabitados




Cansancio

Pies doloridos

Sudor

Kilómetros

Dolor de cabeza

Suciedad

Escaleras

Boca seca

....mucho cansancio


En algún lugar habrá un rincón parecido esperándome. Paciencia

jueves, 17 de septiembre de 2009

Nieve



Y cuando me doy cuenta de cómo vamos a pasar por este mundo sin dejar huella después de haber llevado unas vidas estúpidas, comprendo con rabia que en la vida lo único que queda es el amor

ORHAN PAMUK : Nieve.

jueves, 3 de septiembre de 2009

La venganza de Código Binario



Nunca pensé que aquello pudiese llegar a pasar. Había leído artículos sobre el sistema de representación en código binario hacía ya tiempo. Era un tema que en nuestra existencia rutinaria no se consideraba demasiado transcendente, no era importante,  o si lo era, uno no se paraba a perder el tiempo haciéndose preguntas de ese tipo. Como ya dije, nunca pensé que aquello pudiese suceder. Nunca creí que pudiese ser maligno.
A nuestra casa había venido el único fan de los Conchords que existía. Estaba sacándose el carnet de conducir y necesitaba hacer varias prácticas antes de examinarse. Era de un pueblo pequeño y aunque el invierno lo pasaba en la ciudad, el verano no. Por eso no tenía piso. Nosotros lo acogíamos siempre. Era algo raro pero lo queríamos. Solía ir medio dormido a las prácticas. Su monitora lo odiaba porque con él sentía miedo.
Nuestro piso era pequeño. Si el único fan de los Conchords venía a dormir, mi compañera de piso y yo nos veíamos obligados a dormir en la misma cama. No nos importaba, aunque yo fuese chico y ella chica, no follábamos, no nos atraíamos. La cotidianidad  nos había provocado un apatismo sexual mutuo, era como mi hermana.
No era la primera vez que dormíamos juntos pero aquella noche, no sé muy bien los motivos, hacia las cinco de la mañana, empecé a pegarle puñetazos, tortazos, patadas sin darme cuenta ni de lo que hacía. Estaba durmiendo pero mi subconsciente la atacaba. Inmediatamente volví en mí, la acaricié. Nunca querría hacerle daño, no se me ocurriría. Ella se sobresaltó, me miraba desconcertada, con cierto estupor, pero llegamos a la conclusión que debía de haberse tratado de un mal sueño que me había llevado a defenderme de un ataque imaginario. Todo quedó en un simple hecho anecdótico. Yo no esperaba nada de lo que después ocurriría.
Mi compañera de piso no era informática. Era actriz de doblaje pero le encantaba pasar sus horas muertas delante de la pantalla del ordenador. Era su manera de evadirse de un trabajo que, aunque la realizaba como persona, no llenaba demasiadas horas de su quehacer diario. Ahora pienso y creo que desde hacía algún tiempo la venganza de Código Binario se estaba apoderando de mi amiga. Todas aquellas horas disfrutando de algo que la apasionaba se estaban volviendo en su contra. Llegó un momento en que dejó de ser ella. Era Código Binario.
Fue cuando sucedió todo.
Código Binario me odiaba,  no me soportaba. Se había enamorado de ella. Yo había dormido en la misma cama, ¡con ella!; es más, le había pegado aunque fuese en sueños. Estaba en un lío sin saberlo.
Mi compañera era muy guapa. Le encantaba cuidarse y tenía miles de productos cosméticos que religiosamente se aplicaba todas las mañanas y todas las noches. Yo creía que no le hacía ni la más mínima falta pero ella se sentía mejor echándose todos esos potingues. Código Binario también lo sabía. 
Aquella noche de agosto, preparó su macrabo plan. Estaba decidido a librarse de mí. Quería quedarse solo con ella en el pequeño mundo que habitábamos, yo le sobraba. Quería matarme y lo consiguió.
En un ataque de posesión, Código Binario entró por los bonitos ojos verdosos de ella y empezó a gobernar su cerebro, como un dictador que disfruta sabiéndose lleno de poder. Ella. sin ni siquiera saberlo, se levantó de la cama y de dirigió al cuarto de baño. Cogió de la estantería Pilexil,  Complidermol, Biopur, Final Touch,  Hidragen 5, Satin hidration, Retinol, Frizz-ease y por supuesto también, Wonder Bust, eso no podía faltar en tal macabro plan. Preparó una mezcla cargada de mal. Ya en su producción, en las fábricas y en los laboratorios, aquellos productos escondían el dolor y sufrimiento de muchos no humanos. A Código Binario eso le encantaba, era capaz de sentir ese sufrimiento y eso lo excitaba. Ella salió del cuarto de baño, llevando esa mierda en sus manos y abrió mi habitación. Cuando me desperté, desconcertado pues notaba que algo raro estaba sucediendo, encontré a mi compañera encima de mí, vomitando un líquido rosado y metiéndome por los ojos la mezcla del mal que traía. Lo cogía con sus largos dedos y lo empujaba hacia dentro de mis ojos, llevándose consigo mis globos oculares. En ese momento dejé de ver, dejé de sentir, dejé de existir. Sólo podía oir una y otra vez, incesantemente: 1101101111011011111000100111000100110110111100110011011011110110111110001001110001001101101111001100
Esa fue la venganza y la desgracia que me impuso Código Binario. Oirlo eternamente. El odio y el mal reside en los lugares más insospechados...aunque sea por amor.