lunes, 31 de enero de 2011

Pesadilla

En Islandia con Alberta (foto)

Esta noche he tenido una pesadilla. Me desperté a las 5.20 entre sudores fríos, irritación y cierta sensación de tensión, de angustia. Habitualmente no tengo pesadillas, mis sueños suelen ser agradables. Pero esta noche no, precisamente esta noche.

No me acuerdo de nada, concretamente no sé lo que soñaba, únicamente que no era agradable. Lo que tengo presente es la sensación que dejó en mí. Me sentía como si estuviese caminando por un desierto inmenso bajo un sol en picado, sin ninguna posibilidad de llegar a ningún sitio.

Mala noche. Se acaba enero.

miércoles, 26 de enero de 2011

Dura como una piedra


CasaDaMúsica_Porto (foto)

Hay ocasiones en las que cuesta mucho entender el comportamiento humano.

sábado, 15 de enero de 2011

El poder de las palabras

Portodemouros (foto)



"Cualquier cosa que se quiere decir, sólo hay una palabra para expresarla, un verbo para animarla y un adjetivo para calificarla" Guy de Maupassant

viernes, 14 de enero de 2011

Adeus, Trish

Trish Keenan (Warp foto)

Devastadora perda para a música. Gran talento, gran voz. Sempre estará presente.










lunes, 10 de enero de 2011

A porta de poxigo

mira má que moderna! (24/08/65) (foto)


Quero un piso con porta de poxigo, por que non?

Imaxinade o cómodo que sería: poñamos por caso que o carteiro che ven traer un pedido de Norman Records, abres a porta pola parte de arriba e podes apoiarte e manter unha agradable conversa con el sobre canto che tardaba recibir dito paquete ainda que esteñas en bragas ou calzóns, sen incomodalo en ningún momento.

Se queres baixar a pasear ao teu can, podes abrirlle a porta pola parte de abaixo e mentras ti rematas de lavar os dentes ou de sacar a roupa da lavadora, o can xa pode ir chamando ao ascensor ou baixando a polo periódico…

Quero un mundo donde volvan a estar de moda as portas de poxigo.

viernes, 7 de enero de 2011

Vieja mecedora

pa e ma (foto)

Ese día estaban los dos sentados en el salón, disfrutando de un buen disco y tomando una cerveza, hablando de mil cosas, ninguna transcendente ni destacable por encima de otra. Simplemente hablando, compartiendo pensamientos y mirándose en el propio espejo formado por los ojos del otro. No había nada más importante en ese momento. Llovía tanto que la sola idea de abandonar la habitación era absurda. Entonces, mientras él se mecía, a la vez que contaba lo que había hecho por la mañana, ella recordó. Recordó perfectamente todo lo que aquella vieja mecedora había sido en su vida y encontró el sentido a no haberse librado de ella…

Cuando ella era pequeña, la vieja mecedora no estaba en el lugar donde está ahora. Formaba parte del mobiliario del antiguo balcón de la casa de sus padres. Era preciosa. Estaba forrada con una tela de grandes cuadros rojos y negros y la madera de su esqueleto era oscura, muy oscura. Desde sus ojos de niña la miraba como si fuese lo más maravilloso y especial del mundo. Le encantaba. Lo mejor ocurría por las tardes. Su abuela preparaba la merienda y cogiéndola de la mano la llevaba al viejo balcón. Allí las dos se subían a la mecedora y mientras la niña merendaba, la abuela contaba aventuras de su infancia, de cómo había cambiado su vida. Al tiempo que se mecían, la pequeña iba comiendo su merienda y poniendo todo perdido de migas. Desde esa mecedora esa pequeña niña que hoy se ha convertido en una pequeña mujer ha viajado a los rincones más escondidos y fantásticos de su imaginación. Pero, sobre todo, es imprescindible porque le recuerda a ella. La vieja mecedora ha cambiado de sitio y también de tapizado pero en cada uno de sus vaivenes desprende la esencia de los viajes infantiles de una niña con su abuela…