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Hace ya unos cuantos años que cayó en mis manos esta recopilación de historias emborrachadas de melancolía, pero hoy volví a darme cuenta (como lo hice la primera vez) que el mundo debería de estar lleno de gente como el Oso Sigfrido, capaz de convertir su tetería en un consultorio psico-anímico para curar el alma de superhéroes venidos a menos... es decir, la de todos...
Buen lunes veraniego.
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