
Mis amigos practican surf. Les gusta madrugar los fines de semana, coger las tablas, los trajes de neopreno, los escarpines, montarse en la furgoneta y hacer kilómetros para surfear la mejor ola. El surf es toda una filosofía, un modo de vida.
Hablando con ellos aprendo muchas cosas. El último día, me explicaron que las tablas de surf tienen alma (stringer) una especie de espina dorsal de madera. Es una de las partes más importante en toda tabla de surf.
Las tablas se elaboran de modo artesanal. Son a medida del surfer. Cada tabla es construida y pulida de manera individual por un shaper, un luthier de las olas.
Las tablas del siglo XXI no tendrán alma. Serán fabricadas en serie. No habrá ningún shaper puliendo y construyendo. En su lugar, una máquina y una fabricación homogénea.
Filosóficamente hablando, que las tablas de surf pierdan su alma me parece algo totalmente representativo del mundo globalizado y absurdo en el que nos sumergimos o más bien nos ahogamos.
Las nuevas tablas globalizadas no tienen alma, pierden su esencia y con ella todo lo salvaje y puro que representan.
¿Alguien necesita más metáforas?